Cuando empezamos el proyecto de Madibashop, una de las primeras paradas que hicimos fue Marruecos. Quisimos impregnarnos de su vitalidad, de su olor, de su arte y sus colores, queríamos poder colaborar con artistas locales y forjar relaciones satisfactorias y duraderas con ellos, poder traeros su arte…
Después de largas caminatas y de ver mucho cuero, mucha bisutería, muchos artículos de decoración, etc, etc, nos encontramos con el minúsculo taller de Akessbi. Nos sorprendió su trabajo por ser completamente distinto a todo lo que habíamos visto y por el meticuloso trabajo artesanal que requiere.
Nos explicó que el trabaja con la técnica del damasquinado, una técnica de incrustación de metales preciosos en otros metales, que para hacer un poco de historia, se viene realizando desde épocas muy antiguas y en muy diversas partes del mundo. Hay constancia de que se realizaron en el Antiguo Egipto, en Grecia y en Roma, así como en China y Japón (suminagashi), donde ha sido utilizada para adornar las guarniciones del katana, particularmente tsuba. Es conocida como zougan en japonés. Ha desarrollado su propio subconjunto de términos para describir los patrones particulares. Se conocen piezas con más de 1500 años de antigüedad. Los griegos atribuían su invención a Glauco de Chíos. En la península ibérica se desarrolló notablemente en tiempos de Al-Andalus, sobre todo en Toledo (técnica de ataujía), hasta llegar a ser uno de los distintivos del arte hispanoárabe. No obstante, durante los siglos posteriores esta artesanía quedó en desuso; hasta que en el siglo XIX fue rescatada.
El damasquinado es un trabajo de artesanía que consiste en la realización de figuras y dibujos mediante la incrustación de hilos y láminas de oro y plata en acero o hierro, normalmente pavonado. El nombre hace referencia a la ciudad siria de Damasco
El proceso del damasquinado es el siguiente: la pieza a adornar debe ser preparada mediante el rayado o picado, que consiste en quitar a la superficie su tersura para que pueda agarrar la plata o el oro; no sólo se consigue rayando con un buril, sino también con ácidos. Luego se toma el hilo de plata y se va incrustando; es lo que se llama propiamente damasquinado: el artesano va creando las figuras y adornos que le dicta su imaginación.
Después el hilo y la plata puestos se fijan en el metal a golpe de martillito y buril. Luego viene el pavonado: para que el metal sobre el que se ha fijado la plata no se oxide, se mete al fuego con una solución de sosa caústica y nitrato de potasio; el pavón, es decir, el acero, sale negro, en cambio el oro o la plata, permanecen inalterables. De ahí se lleva la pieza al repasado final, que consiste en “dar movimiento” a la superficie dorada, darla “relieve” a base de buril y martillo, acabando el dibujo de los dorados.
Akessbi Fouad se dedica a crear todo tipo de piezas desde pendientes y anillos a cajas y grandes figuras de animales. Todas ellas son delicadamente decoradas con alambre de plata que él mismo incrusta amartillando la plata en la superficie.
En las imágenes podéis ver nuestra visita a su taller.